¿Mi niño/a tiene pérdida auditiva?
Tardar en aprender a hablar o escuchar la televisión con un volumen muy alto puede ocultar una pérdida auditiva
Si un bebé no se sobresalta con los ruidos fuertes; si a los tres o cuatro meses de edad no se gira para buscar la fuente del sonido; o si con un año no dice palabras sencillas como “mamá” o “papá”, es posible que presente pérdida auditiva, según indican los especialistas de los Centros Para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC por sus siglas en inglés). Lo mismo puede ocurrir si el bebé parece escuchar algunos sonidos pero no otros, o si gira la cabeza cuando ve a sus padres pero no lo hace si estos solamente le llaman por su nombre. “Esto a veces se interpreta erróneamente como falta de atención o como si el niño los estuviera ignorando, pero puede ser el resultado de una pérdida auditiva parcial o completa”, apuntan.
Tres tipos de sordera
En niños un poco más mayores hay que estar atentos a otros signos. Así, si tarda en aprender a hablar o si no lo hace de forma clara, si escucha la televisión con un volumen muy alto o si pregunta “¿qué?”, con frecuencia, puede que haya experimentado una pérdida de audición, según señalan. Otro indicador es que el niño no haga lo que se le indica. «En ocasiones esto puede hacer pensar en una falta de atención o bien en que el niño ignora a quien lo está llamando, pero puede ser el resultado de una pérdida auditiva parcial o total”, advierten desde los CDC.
“Los bebés y los niños deben alcanzar ciertos indicadores del desarrollo en la forma en que juegan, aprenden, se comunican y actúan. Un retraso en cualquiera de estos indicadores podría ser señal de sordera o de otra discapacidad del desarrollo”, añaden.
En este sentido, Javier Cervera, jefe del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital del Niño Jesús de Madrid (España), destaca la importancia del diagnóstico precoz de la hipoacusia (sordera) mediante una prueba sencilla que se le hace al niño nada más nacer y que considera la mejor manera de saber si el pequeño oye o no oye.
Del mismo modo, el Instituto Nacional de la Sordera y otros Trastornos de la Comunicación afirma que dos o tres de cada 1.000 niños en Estados Unidos nacen con sordera o con problemas de audición. “Por suerte, la identificación temprana de estos casos permite que puedan recibir la ayuda que necesitan”, apunta esta entidad.
Por su parte, el doctor Cervera expresa que es necesario distinguir entre los distintos tipos de sordera que pueden ser: profunda, moderada o leve. El otorrinolaringólogo indica que la mayor parte de las pérdidas de audición importantes son congénitas, es decir, se nace con ellas. “Es muy raro que un niño con dos o tres años desarrolle una sordera profunda, salvo que tenga una meningitis o un problema infeccioso que produzca una pérdida de audición completa. Eso puede ocurrir y, de hecho ocurre, pero no es frecuente”, detalla.
Sin embargo, la sordera de tipo medio o moderada se produce con mucha frecuencia en niños a partir de los dos o tres años debido a la otitis mucosa, es decir, a que tienen mucosidad en el oído. “Muchas veces el niño oye, pero cuando se le habla bajito no responde”, subraya el doctor Cervera.
El especialista explica que el tratamiento para la otitis mucosa consiste en administrar antibióticos y antiinflamatorios. No obstante, si el niño no mejora hay que recurrir a la cirugía y colocarle unos drenajes en el tímpano para quitar esas mucosidades y facilitar la ventilación del oído. “Una vez con el drenaje puesto, el niño tiene el oído aireado, no tiene moco acumulado y, con eso, puede oír perfectamente”, declara.
Audífono e implante coclear
Pero si la sordera es profunda, el tratamiento indicado es un implante coclear.“El implante coclear capta el sonido y lo transforma en una especie de radiofrecuencia eléctrica que se transmite vía radio al implante, que se coloca dentro del oído interno. De ahí pasa al nervio auditivo, a la cóclea y al caracol, estimulando el nervio auditivo y produciendo sensaciones auditivas que van al cerebro, donde se reciben y se procesan como tales”, describe.
El especialista precisa también que, con el implante coclear, “el niño oye a través de la transformación de una energía sonora, que es física, en una energía eléctrica”.
No hay que confundir un implante coclear con un audífono, pues mientras que el implante coclear transforma las señales acústicas en señales eléctricas, el audífono lo que hace es amplificar los sonidos que le llegan. Según expone el doctor Cervera, «el audífono está indicado para pérdidas medias de audición».
El especialista subraya que el implante coclear, empleado para tratar casos de sordera profunda, debe realizarse de manera precoz. “Lo estamos haciendo con un año o un poco antes, porque es cuando los niños empiezan a desarrollar el lenguaje”, comenta.
Cervera explica que los niños que no oyen no aprenden a hablar. “Es lo que se conoce como sordomudos, aunque ya se dan pocos casos porque tenemos muy bien diagnosticados a estos niños y los tratamos lo antes posible. Les ponemos un implante coclear, se les facilita la audición, oyen perfectamente y desarrollan el lenguaje con la edad que les corresponde”, destaca.
«Sin embargo, un niño que nace sordo y que no ha desarrollado el lenguaje, si cumple una determinada edad (a partir de los seis años aproximadamente) y no ha recibido estimulación auditiva, es muy difícil que, aunque la reciba, pueda hablar entonces, porque no tiene plasticidad neuronal y no va a asimilar lo que oye como sensación auditiva», describe el facultativo.
Por esta misma razón, el implante coclear no se realiza en adultos sordos que no han oído nunca. “Pero si un adulto se queda completamente sordo debido a una enfermedad, sí se le puede colocar, con una probabilidad muy alta de éxito”, concluye.
Fuente: EFE
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